Reflexiones dominicales (IV)
1 - Un experimento poco serio
Una lectora se preguntaba, en un comentario a la segunda entrega de esta serie de reflexiones dominicales, si es serio eso de plantear estos escritos como un "experimento". Es serio y no lo es: supongo que cualquier obra literaria es, en cierta medida, experimental: uno se pone a escribir sin saber muy bien qué es lo que resultará de sus esfuerzos. Precisamente, se trata de averiguarlo. En este caso planteo explícitamente el experimento como un juego con mis lectores. Un juego con sus reglas, unas reglas explícitas que trato de cumplir al pie de la letra, aunque no siempre me resulta posible (véase la entrega anterior). De todas formas, estas transgresiones no tienen mayor importancia. El juego, y el experimento, se sostienen en la interacción con el lector, no en las normas accesorias. En fin, se trata de compartir mis textos con quien quiera leerlos de una forma que es nueva para mí, pues normalmente un texto es algo acabado (al menos provisionalmente) cuando se entrega a los lectores.
Aquí, se trata de que los lectores, con sus comentarios y sugerencias, participen en la construcción del texto. Por ejemplo, algunos, comentando también la segunda entrega, han sugerido que limite la extensión de mis textos semanales. Aunque no respondí en la tercera entrega, de hecho sí me propuse limitar su extensión, y en adelante continuaré haciéndolo. La objeción plausible a una medida tal, también expresada por un lector, es que podría frenar mi creatividad. Ignoro si mi creatividad necesita libertad para explayarse o más bien excusas para no hacerlo. En cualquier caso, se me ha ocurrido una idea: trataré de limitar cada entrega al tamaño de la primera (tres páginas aproximadamente), y, si aún me quedan ideas por desarrollar, las apuntaré brevemente en una sección aparte, dejando la posibilidad de desarrollarlas más adelante. De esta manera, no sólo evitaré restringir en exceso mi creatividad, sino que además daré una oportunidad a los lectores que así lo deseen para participar más activamente en el juego que estamos jugando: quien lo desee, podrá dar su opinión acerca del tema planteado, y aportar sus ideas, que yo gustosamente plagiaré... digo citaré.
2 - El humor
El humor atraviesa al ser humano y llega a todos sus rincones. Hay quien nos dice que debemos tener sentido del humor, como si esto no fuera una fatalidad. En más de una ocasión, una broma y la subsiguiente carcajada me han arruinado una indignación cuidadosamente construida. Por supuesto, hay quien lleva la risa a flor de piel, y hay quien la lleva más oculta. Hay todo tipo de risas.
El humor nos atraviesa, y participa de lo bueno y de lo malo. Se puede reír bien o mal. Se puede reír muy mal. El vencedor puede reírse del vencido, y así hacer aborrecible su victoria. La burla es un arma temible, y con frecuencia también es una bajeza. A veces uno ríe para no llorar, cuando lo que debería hacer es llorar. A veces la risa es sólo una máscara que nos separa del mundo y nuestros semejantes.
Pero también se puede reír bien. Es sano, ejercita los músculos de la cara, y seguramente hace otra cosa. Se puede reír muy bien. Me hacen gracia los que recomiendan la risa como hábito saludable, como si tuvieran que recurrir a esos argumentos para convencerme. La risa es un placer único y misterioso, que no puedo comparar con ningún otro placer. Eso me sugiere que hay algo muy profundo en mí que ama la risa, como si estuviera hecho para reír (entre otras cosas). Es algo muy íntimo que a la vez quiere expandirse y tocar al otro: las risas compartidas son una de las formas de comunión más dulces. Todos tenemos grabadas en la memoria risas ajenas que nos resultan especiales, y cuando recordamos tiempos pasados con un amigo, a menudo exclamamos con nostalgia: ¡vaya risas que nos echamos! Uno llega al mundo con las herramientas de la razón y la percepción, y con el poder de la risa. Entonces, un día el mundo se nos vuelve extraño (vamos en el coche con nuestra familia, ¡y qué prisa tienen los árboles, cómo corren hacia atrás!) y la razón no puede aceptar lo que percibimos: entonces, llega la risa reparadora, que reduce el universo a un tamaño humano, que nos acerca el mundo sin necesidad de comprenderlo. La risa también puede ser una comunión con el mundo.
Comunión o escape, risas compartidas o risas solitarias. Locos que ríen sin motivo aparente. Risas moderadas como aconsejaban los clásicos. Risas alegres y puras, o risas amargadas, risas agresivas... Cada risa es un mundo nuevo, un mundo en el que los árboles de pronto echan a correr, ¡y dónde irán los árboles con tanta prisa! Y cada mundo es gracioso, porque suceden cosas como esa, y entonces nos volvemos a reír, y a burlarnos del mundo, y a hacerle cosquillas. Pero también cada mundo es terrible, y entonces se burla de nosotros. Pensando en la risa, no puedo dejar de pensar en la mueca de las calaveras, en su constante burla a la vida. Esa mueca, ese mirar sin mirar y esa sonrisa espantosa, también la llevamos dentro, porque también somos de la materia inerte. Frente a la solidez de la materia, nuestra vida es tan fugaz y elusiva que nos parece sólo un disfraz de la muerte. Pero si es disfraz, es también juego, y el juego es movimiento y vigor y placer, y risa, pero risa desde la vida, muy diferente a la risa hacia la muerte.
3 - Temas a desarrollar
El compromiso del escritor. Ser un escritor "comprometido" se asocia normalmente a un compromiso social o político, y hay quien dirá que eso no está de moda. Sin embargo, ¿se puede escribir sin algún tipo de compromiso? ¿Y qué tipo?
Un tema que habrá que tratar en breve: las letras de las canciones del verano, levanta una manita, mueve la cadera, echa la cabeza a un lado, date media vuelta y vuelta a empezar, haz esto, haz lo otro, y todos a bailar: ¿nostalgia del fascismo o rito? Las letras de las canciones del verano desde un punto de vista literario.
Una lectora se preguntaba, en un comentario a la segunda entrega de esta serie de reflexiones dominicales, si es serio eso de plantear estos escritos como un "experimento". Es serio y no lo es: supongo que cualquier obra literaria es, en cierta medida, experimental: uno se pone a escribir sin saber muy bien qué es lo que resultará de sus esfuerzos. Precisamente, se trata de averiguarlo. En este caso planteo explícitamente el experimento como un juego con mis lectores. Un juego con sus reglas, unas reglas explícitas que trato de cumplir al pie de la letra, aunque no siempre me resulta posible (véase la entrega anterior). De todas formas, estas transgresiones no tienen mayor importancia. El juego, y el experimento, se sostienen en la interacción con el lector, no en las normas accesorias. En fin, se trata de compartir mis textos con quien quiera leerlos de una forma que es nueva para mí, pues normalmente un texto es algo acabado (al menos provisionalmente) cuando se entrega a los lectores.
Aquí, se trata de que los lectores, con sus comentarios y sugerencias, participen en la construcción del texto. Por ejemplo, algunos, comentando también la segunda entrega, han sugerido que limite la extensión de mis textos semanales. Aunque no respondí en la tercera entrega, de hecho sí me propuse limitar su extensión, y en adelante continuaré haciéndolo. La objeción plausible a una medida tal, también expresada por un lector, es que podría frenar mi creatividad. Ignoro si mi creatividad necesita libertad para explayarse o más bien excusas para no hacerlo. En cualquier caso, se me ha ocurrido una idea: trataré de limitar cada entrega al tamaño de la primera (tres páginas aproximadamente), y, si aún me quedan ideas por desarrollar, las apuntaré brevemente en una sección aparte, dejando la posibilidad de desarrollarlas más adelante. De esta manera, no sólo evitaré restringir en exceso mi creatividad, sino que además daré una oportunidad a los lectores que así lo deseen para participar más activamente en el juego que estamos jugando: quien lo desee, podrá dar su opinión acerca del tema planteado, y aportar sus ideas, que yo gustosamente plagiaré... digo citaré.
2 - El humor
El humor atraviesa al ser humano y llega a todos sus rincones. Hay quien nos dice que debemos tener sentido del humor, como si esto no fuera una fatalidad. En más de una ocasión, una broma y la subsiguiente carcajada me han arruinado una indignación cuidadosamente construida. Por supuesto, hay quien lleva la risa a flor de piel, y hay quien la lleva más oculta. Hay todo tipo de risas.
El humor nos atraviesa, y participa de lo bueno y de lo malo. Se puede reír bien o mal. Se puede reír muy mal. El vencedor puede reírse del vencido, y así hacer aborrecible su victoria. La burla es un arma temible, y con frecuencia también es una bajeza. A veces uno ríe para no llorar, cuando lo que debería hacer es llorar. A veces la risa es sólo una máscara que nos separa del mundo y nuestros semejantes.
Pero también se puede reír bien. Es sano, ejercita los músculos de la cara, y seguramente hace otra cosa. Se puede reír muy bien. Me hacen gracia los que recomiendan la risa como hábito saludable, como si tuvieran que recurrir a esos argumentos para convencerme. La risa es un placer único y misterioso, que no puedo comparar con ningún otro placer. Eso me sugiere que hay algo muy profundo en mí que ama la risa, como si estuviera hecho para reír (entre otras cosas). Es algo muy íntimo que a la vez quiere expandirse y tocar al otro: las risas compartidas son una de las formas de comunión más dulces. Todos tenemos grabadas en la memoria risas ajenas que nos resultan especiales, y cuando recordamos tiempos pasados con un amigo, a menudo exclamamos con nostalgia: ¡vaya risas que nos echamos! Uno llega al mundo con las herramientas de la razón y la percepción, y con el poder de la risa. Entonces, un día el mundo se nos vuelve extraño (vamos en el coche con nuestra familia, ¡y qué prisa tienen los árboles, cómo corren hacia atrás!) y la razón no puede aceptar lo que percibimos: entonces, llega la risa reparadora, que reduce el universo a un tamaño humano, que nos acerca el mundo sin necesidad de comprenderlo. La risa también puede ser una comunión con el mundo.
Comunión o escape, risas compartidas o risas solitarias. Locos que ríen sin motivo aparente. Risas moderadas como aconsejaban los clásicos. Risas alegres y puras, o risas amargadas, risas agresivas... Cada risa es un mundo nuevo, un mundo en el que los árboles de pronto echan a correr, ¡y dónde irán los árboles con tanta prisa! Y cada mundo es gracioso, porque suceden cosas como esa, y entonces nos volvemos a reír, y a burlarnos del mundo, y a hacerle cosquillas. Pero también cada mundo es terrible, y entonces se burla de nosotros. Pensando en la risa, no puedo dejar de pensar en la mueca de las calaveras, en su constante burla a la vida. Esa mueca, ese mirar sin mirar y esa sonrisa espantosa, también la llevamos dentro, porque también somos de la materia inerte. Frente a la solidez de la materia, nuestra vida es tan fugaz y elusiva que nos parece sólo un disfraz de la muerte. Pero si es disfraz, es también juego, y el juego es movimiento y vigor y placer, y risa, pero risa desde la vida, muy diferente a la risa hacia la muerte.
3 - Temas a desarrollar
El compromiso del escritor. Ser un escritor "comprometido" se asocia normalmente a un compromiso social o político, y hay quien dirá que eso no está de moda. Sin embargo, ¿se puede escribir sin algún tipo de compromiso? ¿Y qué tipo?
Un tema que habrá que tratar en breve: las letras de las canciones del verano, levanta una manita, mueve la cadera, echa la cabeza a un lado, date media vuelta y vuelta a empezar, haz esto, haz lo otro, y todos a bailar: ¿nostalgia del fascismo o rito? Las letras de las canciones del verano desde un punto de vista literario.
8 comentarios
Stuffen -
Me viene a la mente un momento de mi vida, en el que estábamos cenando mis hermanas y yo junto a mi madre. Zenaida tendría 13 años, Alicia 9 y yo 12; sin saber por qué, nos miramos y nos pusimos a reir, no podíamos parar, aquéllo fue un ataque de risa en toda regla. Mi madre se iba enfadando, y nos gritaba que paráramos (no me extraña, su mosqueo debía de ser impresionante) y más risa nos daba a nosotras. Creía que de esa me moría de la risa. Fue bonito.
¡Ah! Y me encanta el tema que has planteado para la siguiente reflexión, creo que a ti te puede dar mucho juego.
Genherhal Torrijonsky -
El compromiso: ¿Cómo se atreve sin haberlo adquirido?
Pd: Advertencia a la población civil;
-A partir del bombardeo de partículas isotrónicas observarán en su conducta, risas incontroladas y compromiso veraz y comprobable.Vayan buscándose otro trabajo.
El mando.
Justificación del bombardeo:
jajajajajajajajajajaja........
Anónimo -
animatisipodes -
Sinfo -
:-p
Sinfo -
Son como un cortocircuito.
Y creo que las "masticamos", mejor o peor, pasándolas por el tamiz del humor. Es una manera de actuar inconsciente, muchas veces.
Respecto al compromiso, sí, se puede escribir sin intención de comprometerse; pero también es verdad que somos un producto de la sociedad en que vivimos y que eso se trasluce en nuestros escritos.
NOFRET -
Sobre el humor:
Hoy me ha pasado, al salir del almacén, que los dos chinos que atienden se pusieron a hablar en chino a los gritos, la china batía palmas y hacía morisquetas al tiempo que profería sonidos ininteligibles. En síntesis: oír a dos chinos hablando efusivamente es una de las cosas más graciosas que he oído (aunque no tenga idea de lo que decían)
Y ¿qué hice? mantuve la compostura, saludé respetuosamente, salí muy seria del almacén y, ya dentro del coche, me desternillé de risa. Y entonces recordé mis ataques de risa juveniles. Vaya vergüenzas que he pasado! es que no concebía eso de "guardar la risa para después" , si algo era gracioso, lo era ahora. Y si me daba risa, me daba ahora. ¿guardar la risa para después? ¿cuándo aprendí a hacer eso? no sé, pero hace mucho. ¿Es esta risa tardía igual a la espontánea de la adolescencia? yo creo que no, yo creo que es sólo una pobre imitación.
El compromiso del escritor: Si por ello se entienden compromisos con la actualidad política, no puedo decir mucho. El compromiso que yo siento cuando escribo es poder transmitir lo que estoy sintiendo, poder mostrar con la mayor fidelidad posible lo que estoy viendo en mi mente (no es que lo logre, sólo lo intento)y no sólo para los demás, también para mí.
Y además, he notado que siempre intento transmitir algo, algo que yo siento, algo que sé, algo que viví. Alguna pequeña parte de mi persona se debe transmitir a través de mi texto al lector. Ése es mi compromiso cuando escribo.
Pakito -